miércoles, 11 de febrero de 2009

JULIACA Y LO ONCE MILLONES DE LOS JESUITAS

Por Ramón Ríos Zurita


Fuente: Ríos Zurita, Ramón. Guia Educativa –Biblioteca Municipal. Juliaca: Municipalidad Provincial de San Román, 1998. pp.3-5

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Los jesuitas desempeñaron un rol importante en el Perú eran eficientes educadores no solo en las aulas sino en el seno mismo de las comunidades campesinas. En Juli, una reducción de jesuitas, se dedicaron a la acción misional, enseñaban artes y oficios y aún los principios de libertad que habría de incomodar a los reyes y virreyes. La orden de la expulsión se cumplió también secretamente en Juli.

El inmenso atropello fue admirablemente organizado; en Lima setecientos hombres fueron sus ejecutores divididos en cuadrilla; a toque de campana en San Pedro se reunió en la capilla a la comunidad, leyéndoseles el decreto de extrañamiento que son asombro y estupor, oyeron los cientos de jesuitas allí reunidos. No debían moverse, se clavaron puertas y custodios, prácticamente estuvieron presos, se les incautó todo el archivo de la orden.

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Menendez Pelayo en su valiosísima “Historia de los Heterodoxos enjuicia acremente esta vil expulsión como un golpe mortífero para la cultura española; un atentado brutal y oscurantista contra el saber y las letras humanas. En otro párrafo afirma: Y quién duda hoy que la expulsión de los Jesuitas, contribuyó a acelerar la pérdida de las colonias americanas.

Volviendo a Juli, el drama fue tal vez más cruel, allanado sus conventos fueron llevados a la plaza principal sin dales tiempo a ordenar sus pertenencias, apenas tuvieron tiempo para colocar sus joyas y tesoros n sus petacas. Caravanas de jesuitas se dirigían a la costa por Mañazo?... o por Juliaca?

La tradición cuenta que llegaron a Juliaca, descansaron algunos días, tiempo suficiente para enterrar su tesoro, porque las penurias que les causaba cargar tan pesado caudal hizo que decidieran ocultarlo en un cerro cercano al poblado que probablemente habría sido el cerro Espinal que debe su nombre al bosque de espinos que plantaron estos monjes para señalar el sitio donde depositaron su preciado tesoro.. y luego muy fatigados, exclamaron: DE JULI… ACA; de donde podría provenir la palabra: JULIACA.

Algunos vecinos notables de Juliaca, nos narran que el tesoro de los Jesuitas no se halla enterrado en el Cerro “Espinal” sino posiblemente en el actual convento de Santa Bárbara que antes de su construcción era un pequeño montículo, otros sostienen que lo hayan podido enterrar en lo que hoy es el Mercado Bárbara; los narrantes señalan estos lugares porque los jesuitas, habríanse puesto de acuerdo en disparar desde la torres del templo de Santa Catalina un arcabus y en el sitio donde cayera la bala se escondería el ambicioso tesoro.


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