Escribe: Ramón Ríos Zurita
Fuente: JULIACA: PERLA DEL ALTIPLANO. Revista Cultural. Nº 2, abril de 1992, pp. 4-6
Sin penetrar en los ámbitos de la Historia y solo extrayendo de los albores de nuestra vida republicana el podemos decir que la pandilla Puneña tiene origen mestizo o cholo; apareció en la ciudad de Puno primero como una danza familiar aislada, familiar porque la alegría de los Carnavales movía a lo miembros de una familia a danzar; algunos parientes pulsaban una guitarra, un charango y se completaban en “grupo musical” con dos quenas; previamente se había surtido la despensa con carnes de cerdo u ovino, frutas de Moquegua o Tacna y piscos y vinos que por arrobas se adquirían de estos Departamentos, no faltaba el choclo cuzqueño que llenaba el plato campestre acompañado el asado, el escabeche o el “thimpu” o el pastel de papas.
Cuando todo, músicos, danzarines y potajes estaban expeditos, la pequeña pandilla dejaba la casa y bailando se dirigían al campo: chacras, laderas, orillas de un río, etc. Los polvos, mixturas y serpentinas adornaban a todos los integrantes del pequeño grupo pandillero.
Los mozos movidos por sentimientos amorosos escogían a sus parejas y llevados por el brazo de la “cholita” se deslizaban alegres y donsirosos por zigzageantes calles del pueblo o villorio.
Habían tantas pandillas como familias conformaban el pueblo. Con el curso de los años estas Pandillas Familiares se iban uniendo con tantas otras que verdaderamente aparecía como una auténtica Pandilla.
Podemos clasificar a la Pandilla en dos grupos temporales. La pandilla Cuaresmal que se baila en la ciudad de Puno, Ayaviri y algunas ciudades más del Departamento y la Pandilla Pascual que aparece en la Pascua de Resurrección y que se asienta principalmente en Juliaca.
Decimos Cuaresmal, porque esta pandilla se baila el viernes del carnaval en la ciudad de Puno y se prolonga por los días viernes, sábado y domingo de Amargura porque la Cuaresma se inicia el Miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Pascua.
En nuestra ciudad después del período de la Pandilla Familiar aparecen en el panorama folklórico grupos pandilleros con clara peculiaridad: “Los Cogotudos” y el grupo de “Los Panza Ccalas”; las motivaciones para el origen de estas denominaciones se basan fundamentalmente el aspecto económico.
“Los Cogotudos”, albergaban a socios o patrocinadores de reconocido caudal económico como Dn. Andrés Abelino Borde, Epifanio Villamil, Pedro Benique, Antonio Gómez, Víctor Miranda Aliaga, Honorio Vargas Ccalla y otros. Por su parte, “Los Panzaccalas” que se agrupaban bajo el patrocinio de Don Hipólito que también contaba con la asistencia de dinámicos pandilleros entre los que se hallaban Don Zenón La Fuente y otros se esmeraba con ahínco para que la Pandilla estuviera en la mejor forma posible e hiciera frente a tan engreído conjunto de “Los Cogotudos”.
La razón por la cual Juliaca organizara sus pandillas en estas fiestas de Abril era precisamente porque en esta tierra de ágiles “calceteras” no habían conjuntos musicales; sólo algunos bohemios senerateros aisladamente pulsaban algún instrumento de cuerda; entre ellos se encontraba la figura inconfundible de Don Segundo Chávez eximio en la mandolina y magnífico en la canción. Por lo tanto se contrataban los grupos musicales de la ciudad de Puno que con jugosos pagos llegaban a la ciudad de Juliaca entre ellos los famosos hermanos Aguirre, el “burro” Catacora, los Romero y otros. Estos grupos al hallarse ocupados en las Pandillas del Carnaval Puneño, tenían días sueltos en los días de Pascua y era pues la fiesta propicia para conseguir alguna “ganancita” pulsando sus “maderas”.
Las pandillas pascuales se bailaban por tres días, se comenzaban el Domingo de Pascua y terminaba con los “remates” de los días lunes y mates, después de esta jarana los músicos puneños casi “embalsamados” regresaban a su terruño hasta el próximo año. Tanto “Cogotudos” como “Panzaccalas” desaparecieron del panorama folklórico de Juliaca quién sabe por los embates de la senectud de sus “mecenas” o por la fuga de sus caudales.
Pero la tradición puede morir y la vivencia de mozos y cholos permite el rebrote de la pandillas de los “Intimos de Juliaca” agrupación que fuera organizada por nuevas mecenas: la familia Coronel; Don Félix el patriarca seguido por Eugenio, Manuel, Víctor y otros reforzaban el comando patrocinador Elisbán Apaza, Vicentina Apaza, Rodolfo Sucasaca Coronel, Ricardo Maraza, Helena Huanca, Fidela Ríos y alguno más que no llegan al llamado de mi memoria. En una tarde jaranera uno de los integrantes de estos clanes acosados por la fuerza del alcohol se “lanzó” en una furiosa “huajachada” que hirió la dignidad de algunos invitados o integrantes quienes abandonando el recinto de los “intimos” se fueron al domicilio de don Juan G, Molina y heridos en su honor propio decidieron otra agrupación y así nació el “Unión Juliaca” cuyo presidente fue el anfitrión Don Juan G. Molina Pino siendo uno de sus vocales el que lega estas lineas. “El Unión” como lo aclamaba la gente o los “Intimos” como lo proclamaban formaron dos bandos rivales que con marcado celo buscaban la hegemonía pandillera de Juliaca: no habían Concursos pero había que bailar en el pueblo en los parques y calles, recibir después “el veredicto popular”.
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